Escritura creativa
El espejo tenía unos rayones, estaba manchado y es partes deformaba lo reflejado —pero Susan veía claramente. Se veía claramente. Le respondían los mismos ojos pero pintados de un azul más oscuro, profundo y vivo. Su piel lucía una capa de bronceado, natural y accidental, de esos que se pegan durante un día de juegos en la playa. Y la sonrisa… la Susan que le respondía la mirada desde el espejo del baño público sonreía, algo que ella no había hecho en un año. Falsamente sí, por supuesto. A la señora Higgins del almacén, que intentaba convertirse en una pseudomadre tras la muerte de su mejor amiga. A sus compañeras de la universidad, que la visitaron una sola vez y por lástima. A las chicas del Club, socialités que reconocían su máscara pero que respondieron con las suyas y partieron. Y ahora repasaba esa sonrisa de nuevo, para el gran show que debía presentarle a sus tíos. Pero su reflejo yacía intacto con una perfección ilógica. Era una mejor versión de aquellas veces en que visit